16 de julio de 2014

Té blanco, el elixir de belleza

El té más exquisito, más delicado. El que más antioxidantes y polifenoles contiene. ¿De cuál hablamos? Pues estaba claro: hoy os presentamos el Té Blanco.

 ¿De dónde viene?
Cuenta la leyenda que China sufrió una terrible hambruna ya que la sequía y las plagas no dejaron cosechar nada durante muchas estaciones. Los sabios del lugar dijeron que había una planta custodiada por un dragón que devolvería la fertilidad a la tierra y curaría a los enfermos. Fueron muchos los hombres que intentaron conseguir la hazaña; sin embargo nadie regresaba. Una joven, que había perdido en esta batalla a sus dos hermanos, se atrevió a acercarse al dragón y consiguió matarlo con una flecha. Con una gota de la planta devolvió a la vida a todos los hombres a los que el dragón había convertido en piedra, curó a los enfermos y devolvió la vida a la tierra donde se plantó la semilla de la planta de puntas plateadas.

Lo cierto es que, a pesar de que hay menciones a este tipo de té desde el año 1.200 a.C., no se comercializó té blanco tal y como lo conocemos hoy en día hasta hace apenas 200 años.

¿En qué se diferencia del resto de tés?
No es ni un té negro, pues no está oxidado sino marchitado, ni un té verde, ya que no se escalda para evitar esa oxidación.

Además, como se puede apreciar a simple vista cuenta con un montón de hojas con una pelusilla plateada característica. Son las yemas de la planta, la parte más joven y tierna que es lo que aporta al té su increible cantidad de polifenoles. Estos son los encargados de hacer que esta bebida sea un elixir de belleza.

Por otro lado, su contenido en teína es aún más bajo que el de resto de tés.
Fotografía de Craig Sunter en Flickr
¿Cómo lo tomo?
La delicadeza de este té obliga a tomarlo solo. Su suave sabor no necesita nada más para cautivarte.
Puedes tomarlo durante todo el día, así será más fácil notar sus efectos en tu cuerpo.

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